jueves, 16 de mayo de 2019

Colonialismo en África y Asia

TALLER
Hacer copia del taller y resolverlo

1-Qué se entiende por colonialismo?
2-Qué se entiende por Imperialismo?
3-Nombre todas las potencias colonizadoras incluyendo las del mapa.
4-En que se concentro la colonización en África?
5-De que se valieron las potencias para dominar los territorios de Asia?
6-Consulte en que consistió la guerra del opio?
7-Que políticas aplicaron las potencias colonizadoras en Asia y África?



El colonialismo es la influencia o la dominación de un país por otro más poderoso de una forma violenta, a través de una invasión militar, o sutil, sin que intervenga la fuerza. Esta dominación puede ser política, militar, informativa, cultural o económica.
Algunos estudiosos y sectores sociales y políticos, utilizan el término neocolonialismo para hacer referencia a una dominación de tipo económico, e incluso político, sobre un estado jurídicamente independiente. En sentido similar se utilizan los términos imperialismo y nuevo imperialismo.
El colonialismo, término derivado del sustantivo colonia (y a su vez del latín colonia  declinación) se refiere al sistema mediante el cual un país rige o domina a otro. Por lo general tras haberlo invadido, permanece incapaz de oponerse al invasor social, económica, política y, sobre todo, militarmente. Los motivos para la colonización pueden ser: apropiación de su tierra y con ella riqueza y recursos; estrategia militar, estrategia económica, reivindicaciones históricas, etc.
Imperialismo es la doctrina política que justifica la dominación de un pueblo o Estado sobre otros; habitualmente mediante distintos tipos de colonización (de poblamiento, de explotación económica, de presencia militar estratégica) o por la subordinación cultural (aculturación). Los términos "imperialismo" y colonialismo, están muy relacionados, no son sinónimos.
Los Imperios han existido a lo largo de toda la historia, desde su mismo comienzo en la Edad Antigua, pero el uso del término "imperialismo" suele limitarse a la calificación de la expansión europea que se inicia con la era de los descubrimientos (siglo XV) y se prolonga durante toda la Edad Moderna y Edad Contemporánea hasta el proceso de descolonización tras la Segunda Guerra Mundial.
Más específicamente, la expresión Era del Imperialismo, utilizada por la historiografía, denomina al periodo que va de 1871 a 1919, en que se produjo una verdadera carrera para construir imperios coloniales, principalmente con el llamado reparto de África. A ese periodo se refieren dos de los textos más importantes que fijaron el concepto: Imperialism, a study, de Hobson, y El imperialismo, fase superior del capitalismo, de Lenin.
LAS POTENCIAS COLONIZADORAS
En el continente europeo, Inglaterra y Francia encabezaban a las economías capitalistas en expansión. La primera, convertida en “taller del mundo” y en la principal potencia marítima, comercial y militar, pregonaba el libre cambio y la eliminación de todos los obstáculos al intercambio comercial, puesto que su crecimiento económico se sustentaba en el desarrollo industrial y el comercio sin barreras. Era, en esencia, una economía compradora de materias primas y alimentos y vendedora de artículos industriales.

La segunda, la más poblada de Europa, había iniciado tardíamente su proceso de industrialización, primero en lo textil y, en los años cuarenta del siglo XIX, en las industrias extractiva y metalúrgica; por lo que en los años sesenta ya era la segunda potencia mundial, sólo atrás de la Gran Bretaña. Como expresión de este desarrollo económico, las dos naciones tenían la mayor cantidad de vías férreas en este periodo, como lo

ASPECTOS DEL COLONIALISMO EN ASIA
En el continente asiático, las potencias europeas y los Estados Unidos aplicaron políticas de colonización de distinto tipo, que fueron desde el comercio forzado y la apropiación territorial (la India y Birmania por los ingleses, Indochina por los franceses), valiéndose de la superioridad tecnológica y su poderío militar, hasta la creación de colonias de poblamiento, como Australia o Nueva Zelanda, en el caso inglés. Estas colonias absorbieron la población excedente de las metrópolis y disfrutaron de autonomía política.

INDIA
Considerada la joya de la corona, constituyó el eje del imperio británico en Asia. Desde finales del siglo XVIII la Compañía Inglesa de las Indias Orientales, empresa comercial de carácter privado con control estatal, se había apoderado de grandes extensiones territoriales de la península aprovechándose de los conflictos constantes entre los atomizados principados autóctonos, provocados por diferencias culturales, religiosas y lingüísticas, en los que la administración británica apoyaba a los bandos enfrentados a cambio de cesiones territoriales (Espino, 2010: 27). De esta manera, hacia 1819, la Compañía controlaba un territorio de casi 900 mil kilómetros, con una población cercana a los 90 millones (Franco, 2007: 27).

La explotación económica de la India se dio primero a través del cobro de contribuciones fiscales sobre la propiedad de la tierra, después con la compra de materias primas baratas y la venta de productos industrializados, que provocó la ruina de la economía artesanal hindú, incapaz de competir con la producción textil inglesa. La miseria de grandes contingentes, sumado a la imposición de instituciones y formas de vida y trabajo occidentales, así como la modernización tecnológica en transportes y comunicaciones afectaron el sistema de vida tradicional, provocaron la rebelión de los soldados indios de la Compañía en 1857 (cipayos); revuelta que duró un año y sirvió a la corona británica para desplazar a la Compañía y tomar el control directo de la colonia.

CHINA
En la primera mitad del siglo XIX la economía china tenía un escaso desarrollo y se encontraba aislada del resto del mundo; situación agravada por la inestabilidad política del imperio, fruto de las frecuentes revueltas sociales. Esta debilidad fue aprovechada por las potencias capitalistas de la época para obtener concesiones comerciales del emperador, sobre todo después de que los ingleses invadieran el territorio y pusieran sitio a la ciudad de Nanking, en la llamada guerra del opio (1840-1842), por la que obligaron al gobierno chino a derogar la ley anti-opio, decretada en 1800, y permitir el comercio de productos europeos en cinco puertos y en la isla de Hong-Kong.
La actividad comercial se incrementó de manera progresiva, a tal grado que de las 44 embarcaciones que arribaban a puertos chinos en 1844, se pasó a 437 en 1855. En 1860 los aliados anglo-franceses, necesitados de un mercado más grande para sus productos industrializados, impusieron su poderío militar y obligaron al gobierno chino a firmar un nuevo tratado para la apertura de doce nuevos puertos; de esta manera, el colonialismo en este vasto territorio se centró en el control comercial y aduanal, en un intervencionismo económico y en presión política a través de los consulados europeos.

JAPÓN
Desde principios del siglo XIX, ingleses y rusos habían intentado abrir los puertos japoneses al comercio de sus productos, aunque sin conseguirlo. La apertura de los puertos chinos obtenida por el uso de la fuerza militar en 1842, convirtió a Japón en una zona fundamental para los intereses comerciales de los Estados Unidos; así, en 1854, un escuadrón naval de esta nación se presentó en la bahía de Edo y obligó al gobierno japonés, “bajo la amenaza de los cañones”, a la firma del tratado de Kanagawa, con el que obtuvieron la apertura de varios puertos al comercio estadounidense. Inglaterra, Rusia y los Países Bajos también lograron tratados en este sentido valiéndose de la presión militar y diplomática. Como resultado de la apertura comercial, la sociedad japonesa se vio inundada de productos industrializados por lo que, ante la necesidad de escapar de la dependencia colonialista y dejar de ser meros proveedores de materias primas, decidieron modernizarse y apropiarse de los conocimientos técnicos y de la formas de organización y producción capitalistas, que permitieron industrializar al país y poner a la economía japonesa en la ruta del desarrollo. Esta política de modernización se llevó a cabo en la etapa conocida como la restauración Meiji, o periodo de “civilización y luces” (Franco, 2007: 30-31; 45,61)

ASPECTOS DEL COLONIALISMO EN ÁFRICA
A principios del siglo XIX, la presencia de los países europeos en el continente africano se había reducido a factorías comerciales en la zona costera occidental que habían constituido enclaves importantes para el tráfico de esclavos y de otros productos como el marfil. En el transcurso de la centuria, el crecimiento de la producción industrial y el mejoramiento de los medios de transporte llevó a las potencias europeas a posicionarse en el norte de África y a penetrar en regiones del continente que habían permanecido fuera de su dominio, en busca de mercados para sus productos, materias primas y territorio. Las exploraciones europeas al interior del continente entre 1795 y 1854 descubrieron al mundo las principales características de estas regiones.
El interés de las potencias europeas por el norte de África tenía importancia geopolítica y a la vez de competencia económica y comercial, lo que llevó a los franceses a la conquista y colonización de Argelia, mientras los ingleses se establecían en Egipto.
El control sobre la zona adquirió mayor importancia con la construcción del canal de Suez, inaugurado en 1869, que establecía una ruta directa con el comercio asiático.
A pesar de que varias naciones europeas habían declarado ilegal la trata de esclavos (Gran Bretaña en 1807, Holanda en 1814 y Francia en 1818), esta actividad siguió siendo lucrativa en África occidental durante la primera mitad del siglo XIX; a la par, las expediciones al interior del continente buscaban nuevas rutas y objetos para “un comercio nuevo y legítimo” (Oliver, 1997: 92). La explotación y comercio de algunos productos naturales, como el aceite de palma, se vieron favorecidos por medios de transporte novedosos como el barco de vapor; asimismo, las naciones europeas iniciaron una carrera por apropiarse de territorio, símbolo del colonialismo, en la que poblaciones y reinos nativos serían vencidos y sometidos gracias al potencial bélico de los europeos. De hecho, en los setenta, Gran Bretaña y Francia “habían considerado la idea de dividir el África occidental en esferas de influencia, en las que sólo las firmas de uno u otro país tendrían derecho a comerciar” (Oliver, 1997: 147). Los intereses colonialistas de Alemania en África, con un potencial industrial y bélico significativo, inauguraría una nueva época en el proceso de colonización del continente africano, tal y como quedaría consignado en la Conferencia de Berlín (1884-1885).
En el sur del continente africano la colonización se centró en la posesión de la tierra y no tanto en la actividad comercial con los nativos.
Convencidos de la superioridad europea, los colonos se fueron apoderando de las mejores tierras y desplazaron a los antiguos habitantes hacia espacios menos productivos. A mediados del siglo XIX, en el territorio hoy conocido como Sudáfrica, existían dos colonias británicas, dos repúblicas boérs (antiguos colonos holandeses) y numerosos reinos africanos; con una población aproximada de 300 mil blancos y entre 1 y 2 millones de africanos. El descubrimiento de grandes yacimientos de diamantes en 1868, aceleró el proceso de dominación y explotación sobre los africanos negros, transformados en mano de obra para el trabajo en las minas, excluidos de los beneficios económicos, segregados y discriminados por la población blanca.












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