martes, 26 de noviembre de 2019

PREGUNTAS

RESPONDER LAS SIGUIENTES PREGUNTAS

1-En la actualidad se presentan protestas sociales y sucediera un acontecimiento como lo que pasó en la masacre de las bananeras cuáles serían las consecuencias?
2- Desde la vida diaria que se debería hacer para ayudar a conservar y preservar el ambiente?
3-Explique como influyen los medios de comunicación en la cultura de los pueblos.

jueves, 7 de noviembre de 2019

EL PLAN DE DESARROLLO FRENTE A LA EXPLOTACIÓN DE RECURSOS MINERO ENERGÉTICOS


En cuanto al subsector de los hidrocarburos, en las Bases del Plan se plantean unas metas en materia de exploración que no concuerdan para nada con las metas de producción tanto de petróleo como de gas natural. En el primer caso el Plan es muy ambicioso y en el segundo es cicatero. El Plan es consciente de la precariedad de las reservas de hidrocarburos con las que cuenta el país y hace una gran apuesta por ampliar la frontera enfocándose simultáneamente en el recobro mejorado, el off shore y los yacimientos no convencionales para incrementarlas.
Es evidente que la economía del país sigue dependiendo de los hidrocarburos, expuestos como están a su inminente agotamiento, a la volatilidad de los precios internacionales y a la tendencia a la contracción de los mercados por cuenta de las acciones que se derivan del Acuerdo de París (COP21) tendientes a migrar desde las energías de origen fósil hacia las fuentes no convencionales de energías renovables (FNCER) y limpias. Razón potísima para que el país se prepare para este nuevo escenario, en el cual los hidrocarburos perderán protagonismo, diversificando la matriz económica, diversificando y sofisticando las exportaciones y diversificando también los mercados de destino de estas. En ello el Plan se queda corto.
En cuanto al subsector eléctrico el Plan Nacional de Desarrollo hace una gran apuesta por la Transición energética, para ir migrando progresivamente desde las energías de origen fósil, que contaminan y afectan el medioambiente, hacia las fuentes no convencionales de energías renovables (FNCER). En dicho Plan se le da un espaldarazo a la implementación de la Ley 1715 de 2014, que incentiva y estimula las FNCER, al tiempo que promueve el uso racional y eficiente de la energía. En las Bases del Plan se plantea la “consolidación de la integración de las fuentes no convencionales de energías renovables (FNCER) a la matriz energética”. Así mismo, afirma que se “facilitará la incorporación de las FNCER al Sistema Interconectado Nacional (SIN)”.
MOVIMIENTOS SOCIALES ENTORNO AL A PROTECCION Y PRESERVACION DEL AMBIENTE
Colombia es uno de los países del mundo que posee mayor riqueza en biodiversidad por la abundancia de bosques y la presencia de numerosos ríos en su territorio, además de otros factores. A nivel mundial, el país ocupa el segundo lugar en mega biodiversidad, es decir, que alberga tanto la más diversa como la mayor cantidad de especies de fauna y flora del planeta en la extensión de su territorio.
Sin embargo, en las últimas décadas, esta importante riqueza natural ha disminuido notoriamente debido a múltiples causales que han incidido negativamente en la conservación de sus bosques, selvas, flora, fauna, y recursos hídricos e incluso amenazan con destrucción y daños irreparables a las áreas naturales protegidas por el Estado.
El problema ambiental y sus causales
El grave riesgo ambiental que actualmente enfrenta nuestro país se debe a una conjugación de variables, todas ellas antropogénicas o generadas por la acción humana, que involucran causales de orden político, económico y social.
En el ámbito político se destaca el conflicto armado interno, ya que sus actores (guerrillas, paramilitares y Ejercito Nacional) contribuyen al deterioro del medio ambiente con acciones propias de las estrategias de cada parte, como los bombardeos en zonas selváticas, los atentados contra los oleoductos, la explotación y tráfico ilegal de diversos recursos naturales, la construcción de vías sin control ambiental, la tala de árboles para cultivos ilícitos y las fumigaciones con glifosato.
El aspecto socioeconómico tiene que ver con las exigencias del modelo de desarrollo capitalista, que no repara en la destrucción de los recursos naturales ni en su sobre explotación, y también con las condiciones de pobreza de una inmensa mayoría de la población que se ve abocada a la necesidad de eliminar ecosistemas enteros para sobrevivir. La tala de bosques, con fines domésticos (combustible casero), comerciales (venta de la madera), agrícolas, ganaderos o colonizadores, no solo deteriora los suelos sino que produce alteraciones bióticas y perdida de la diversidad hasta el punto de un deterioro ambiental irremediable. Por esta razón, es tarea prioritaria del Estado proveer condiciones de vida y trabajo que permitan satisfacer las necesidades básicas del pueblo colombiano como adaptar un modelo de desarrollo sostenible. 
Mecanismos y recursos legales para la protección del medio ambiente
La ecología y la conservación del medio ambiente son temas que cada día interesan a más colombianos y colombianas gracias a las distintas campañas de sensibilización y educación ambiental que se han venido realizando en nuestro país. Por esta razón, la ciudadanía ha adquirido una mayor conciencia del hecho de que la naturaleza es la más grande maravilla a la que tiene acceso y que el equilibrio ecológico es imprescindible para la preservación de la biodiversidad o totalidad de la diversidad de vida.
Desde 1972 en todo el planeta se celebra el Día del Mundial del Medio Ambiente, WED, por sus siglas en inglés. Declarado por Naciones Unidas, el 5 de junio, se ha posicionado en uno de los principales eslogan de movilización para divulgar el mensaje de solidaridad con la madre Tierra.
El cuidado del ambiente requiere la participación de ciudadanos organizados y conscientes de temas como el calentamiento global, la disposición de agua, la deforestación, los patrones de producción y consumo, así como los principios y valores que sustentan a esta sociedad.
Para la protección del ambiente, Colombia cuenta con una legislación que se ha desarrollado y complementado ampliamente en las últimas tres décadas. Las primeras leyes de defensa ambiental fueron promulgadas por el Instituto Nacional de Recursos Naturales (Inderena), mediante el Código de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente (Decreto Ley 2811 de 1974). Luego en 1991, como resultado de la nueva constitución política, se reestructuro la protección medioambiental elevándola a la categoría de “derecho colectivo” y fijando para su custodia mecanismos de conservación que involucran tanto a l Estado como a la ciudadanía en general, especialmente a las comunidades con tradición en el cuidado de la naturaleza, como las indígenas y afrodescendientes.
En desarrollo de los nuevos principios constitucionales y de acuerdo con la declaración emanada de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Rio de Janeiro 1992), se expidió la ley 99 de 1993 que organizo el Sistema Nacional Ambiental (SINA) o conjunto de orientaciones, actividades, normas, programas e instituciones con la intención de unificar criterios en el manejo ambiental, y para supervisar y coordinar el cuidado del medio ambiente se creó el Ministerio del Medio Ambiente. Con esta ley quiso dársele a la gestión ambiental en Colombia una dimensión sistémica, descentralizada, participativa, multiétnica y pluricultural.
El SINA, como sistema de información, le ha reportado inmensos beneficios al país en materia de cuidado ambiental, puesto que ha facilitado el desarrollo coherente y coordinado de políticas ambientales, en beneficio de toda la sociedad. No obstante, para lograr estas loables metas estatales, es necesario cimentar entre la ciudadanía y demás instituciones del Estado una cultura que estime la importancia de la investigación ambiental científica, valore la correcta administración de los recursos naturales de la nación e involucre decididamente a todos en la protección de las reservas naturales.
LISTADO DE DERECHOS HUMANOS DE TERCERA GENERACIÓN
Los derechos humanos de tercera generación son una actualización de la Carta de 1948. Están motivados por una serie de preocupaciones globales propias de finales del siglo XX y principios del XXI, principalmente el deterioro del medioambiente y sus efectos negativos en la calidad de vida de las personas.
Estos derechos han sido incorporados progresivamente en una lista tras numerosas cumbres y encuentros mundiales, como por ejemplo el que tuvo lugar en Barcelona en 1992. A grandes rasgos, se resumen en:
·         Derecho al desarrollo sostenido: modelos y estructuras económicas que, además de generar beneficios propios, permitan el acceso a servicios básicos y garanticen la sostenibilidad del planeta.
·         Derecho a la autodeterminación de los pueblos: el que tienen los países de determinar libremente su condición política y su modelo social y económico.
·         Derecho a la paz: entendido no solo como ausencia de guerra, sino también como la puesta en marcha de procesos positivos que fomenten la participación, el diálogo, la inclusión, la cooperación y la superación de conflictos.
·         Derecho a la protección de los datos personales: llama la atención sobre los eventuales peligros y abusos a los que se exponen las personas ante el cada vez más extendido proceso de informatización.
·         Derecho al patrimonio común de la humanidad: alude al acceso a los bienes de tipo material e inmaterial que constituyen un legado de especial relevancia para comprender la evolución humana.
·         Derecho a gozar de un medioambiente sano: Todas las personas tienen derecho a disfrutar de ambientes sanos, limpios y sostenibles.
La lista de los derechos humanos de tercera generación no es absoluta, sino todo lo contrario: está en permanente transformación y es común que acoja nuevos derechos en función de las preocupaciones mundiales de nuestro tiempo.
  
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lunes, 4 de noviembre de 2019

LA MASACRE DE LAS BANANERAS



LA MASACRE DE LAS BANANERAS: «NO HA PASADO NADA, NI ESTÁ PASANDO NI PASARÁ NUNCA»

Con cerca de 7 millones de habitantes en esa época, nuestro país tenía cierto carácter de selva virgen, pululaban las haciendas tradicionales de costumbres casi feudales, era país de minas de oro, platino, carbón, sal, esmeraldas, inmensas plantaciones de café, banano, también tabaco y formas de esclavitud en las zonas caucheras del Amazonas.
25 años habían pasado del “rapto de Panamá” –así lo llamaban- y con la primera cuota de 5 millones, de 25 que pagaron a plazos por ese territorio los EE.UU., más el alza del precio del café, más la Deuda Externa contraída entonces y la violenta irrupción de capitales extranjeros, los años 20 se convirtieron en la década de la aceleración de la industria y de la iniciación de la infraestructura económica y física necesaria para el desarrollo del incipiente capitalismo colombiano.
Así llegó la modernización a nuestro país, entonces se conocieron las máquinas nuevas para la producción fabril que aceleraban la industria y el trabajo manual de los artesanos, las trilladoras de café, las máquinas de coser de pedal que usaron las abuelas, los molinos y por supuesto todo lo eléctrico, a más de la mecánica automotriz, pues los carros reemplazaban a los románticos coches tirados por caballos.
Fue un decenio clave y sobresaliente en el siglo XX, no solo por la transformación que la tecnología de entonces obró en la vida de las gentes sino por lo que significaron los 2 más grandes fenómenos sociales de los primeros 50 años de ese siglo: el nacimiento de una clase obrera y la incorporación de las mujeres al mercado laboral. Lo primero se dio por el cambio de vida de millares de campesinos que dejaron de estar atados a las haciendas como aparceros o arrendatarios y comenzaron a incorporarse masivamente a las concentraciones obreras mediante un nuevo sistema de pago: el salario. Legiones de trabajadores se incorporaban a deferentes frentes de trabajo: 20 mil en ferrocarriles, más de 600 mil hombres y mujeres hacían posible la exportación de café, otros millares en la construcción de canales, cables aéreos, carreteras, adecuación de puertos, en fin……. Por su parte a las mujeres, que en ese tiempo solo podían trabajar como maestras, enfermeras o tegrafistas, las necesitaban ahora en los talleres de confección, las textileras antioqueñas, las fábricas de fósforos, cerveza, tabaco y otras recién abiertas. Además, comenzaban a conformarse ejércitos de secretarias para las oficinas.
Para esa desproporcionada movilización el gobierno expidió la ley de circulación, lo que permitió que masas enteras llegaran a trabajar como obreros en los enclaves norteamericanos: la tropical Oil. Co, en Barrancabermeja, explotaba el petróleo; la Frontino Goil Mines y la Choco Pacifico, oro y platino y la famosa United Fruit Company, protagonista de la masacre de los trabajadores al final del decenio, en la Zona bananera de Santa Marta.
La consecuencia natural de aquellas concentraciones obreras fue la organización y el descubrimiento del poder de la huelga. Las abismales diferencias sociales de riqueza y pobreza y la barbarie de un régimen hegemónico con 42 años en el poder, que utilizó el destierro, la muerte y la tortura para sus adversarios, cohesionó los distintos sectores sociales y a mitad de la década se fundaba la primera Confederación Obrera Nacional y el Partido Socialista Revolucionario, ambas instancias como resultado de un proceso de organización y de experiencias de años.
Sus líderes nacionales, entre ellos Tomas Uribe Márquez, Raúl Eduardo Mahecha y María Cano sintieron y enfrentaron su lucha en el fragor de las grandes huelgas, la última de las cuales fue la de la Zona Bananera, dirigida por los mas representativos Sixto Ospino, Adán Ortiz Salas, Aurelio Rodríguez, José G. Russo, Erasmo Coronel, igualmente por mujeres como Josefa Blanco, secretaria del sindicato de Orihueca, quien bajo su responsabilidad tuvo a 100 obreros, con ellos vigilaba que no hubiera corte de racimos de bananos y emboscó y redujo pequeños grupos de uniformados que luego llevaba al comité de huelga para hacerlos reflexionar si era el caso, o sacarles información o juzgarlos. Otra mujer olvidada fue Petrona Yance, la más destacada de entre 800 mujeres que participaron en la Huelga.
El Presidente Abadía Méndez y su ministro de guerra nombraron como comandante general a Carlos Cortes Vargas con exceso de atribuciones. El fijó el 5 de diciembre como la fecha para negociar el pliego de peticiones que contenía 9 puntos.
Los 25 mil huelguistas tenían a su favor la simpatía de la población y del propio Alcalde, de los indígenas de la Sierra Nevada, de los comerciantes y algunos ganaderos que les enviaban reses para su manutención. Y algo inusitado, por lo contrario a las ideas generalizadas, fue el hecho que muchos trabajadores norteamericanos se solidarizaron con ellos. Se sabe, también, que hubo deserciones individuales y de grupo en el primer tiempo de la huelga, reclutas que se negaron a disparar y otros que entregaron sus armas a los obreros.
Se estimaron en 5000 los trabajadores que estaban en la plaza cuando fueron rodeados por los 300 hombres armados. Contaban los sobrevivientes que después de un toque de corneta el propio Cortes Vargas dio la orden de fuego por 3 veces, sin embargo, nunca se supo cuántos muertos hubo: las narraciones populares orales y escritas difieren: de 800 a 3 mil, y agregan que los botaron al mar. Las oficiales admitieron de 15 a 20.
Aquel fue el “bautizo de fuego” de la clase trabajadora colombiana. Vinieron los Consejos de Guerra, posteriores asesinatos selectivos de otros líderes y cárceles para los dirigentes nacionales y locales.
En defensa de los condenados salió el joven Abogado Jorge Eliécer Gaitán, quien dejó para la historia colombiana una página inolvidable que terminó con éxito pues absolvieron a todas las personas acusadas.
La década de los 20 ha sido llamada con razón, la época de oro revolucionaria de Colombia.

 El 5 y 6 de diciembre de 1928, el Ejército colombiano asesinó a miles de mujeres, hombres y niños en Ciénaga, Magdalena, en lo que se conoció como la masacre de las bananeras. La matanza de los militares buscó proteger los intereses de la multinacional United Fruit Company.
En la década de 1920, el departamento del Magdalena, en el caribe colombiano fue el epicentro de la producción bananera que lideró la multinacional United Fruit Company. Esta multinacional controló el mercado del banano en varios países de centro América y el Caribe.
La United Fruit Company se apoderó de extensiones de tierras en la región para garantizar la producción de banano. Igualmente, se aseguró de traer a miles de personas de diferentes regiones del país para que trabajaran como obreros en las plantaciones bananeras.
La historiadora Judith White señala que a finales de los años veinte, en la economía a nivel global era evidente la dominación de la United Fruit Company sobre el mercado internacional del banano, sin embargo era desafiada por algunas compañías que lograban reducir los costos de producción de la fruta. Para mantener su participación en el mercado, esta multinacional buscó reducir los costos de producción. De igual forma, en esos años era evidente que la zona bananera de Santa Marta, dejó de ser económicamente competitiva: el banano colombiano pesaba menos que los de Centroamérica, además los fletes desde Colombia hacia los Estados Unidos eran mayores.
Por otra parte los movimientos revolucionarios habían ganado importancia en amplias reivindicaciones de los sectores populares, los cuales sufrían enormes condiciones de desigualdad y miseria. Los trabajadores de esta multinacional estadounidense y sus familias sufrían enfermedades, falta de acceso a la salud, hambre, carecían de acceso a la educación entre otros derechos. La situación que sufrían y el clima de luchas populares incentivó a los trabajadores a buscar organizarse para exigir a la United Fruit Company mejores condiciones laborales. Tras organizarse los trabajadores definieron unas reivindicaciones precisas y buscaron sentarse dialogar con la United Fruit Company, a la cual le presentaron estas reivindicaciones:
Estas sencillas exigencias fueron rechazadas por las directivas de la empresa, las cuales se negaron a sentarse a dialogar con los dirigentes obreros a los cuales desconocieron.
La United Fruit Company consideraba las demandas de los trabajadores como una amenaza a su operación en Colombia. Si los trabajadores las imponían, la compañía tendría que aumentar los salarios y el precio de compra a los cultivadores colombianos. Por lo tanto, la United Fruit Company se negó a negociar. La compañía argumentó que la huelga no podía ser vista como un paro legítimo de trabajo, sino como una rebelión contra la autoridad establecida, fomentada por agitadores extraños al conflicto.
Cuando la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena escribió el pliego de peticiones, no solamente le envió copias a la United Fruit Company, también al Presidente de la República, al Congreso y al Ministerio de Industrias. Los trabajadores solicitaban al Gobierno que admitiera la legalidad de sus demandas, y pidieron a la Oficina General del Trabajo que mediara entre ellos y la United Fruit Company.
Sin embargo, el gobierno del presidente Miguel Abadía Méndez buscó proteger los intereses de la United Fruit Company, por lo cual encargó al General Carlos Cortés Vargas para que destruyera la protesta iniciada por los trabajadores.
Tras varias protestas por parte de los trabajadores y de continuas detenciones que realizaba el Ejército, el General Carlos Cortés Vargas, el Gobierno y sobre todo la multinacional United Fruit Company presionaron para que la huelga fuera finalizada a toda costa. Incluso enviaron soldados de Antioquia, pues el general consideró que los de la región no actuarían, pues tenían relaciones familiares y fraternales con la gente de la región.
En la noche del 5 de diciembre, el coronel se concentró en la plaza de Ciénaga con un contingente de aproximadamente 300 soldados traídos de los departamentos de Antioquia y Boyacá. Los manifestantes, quienes estaban preparándose para otra movilización pacífica estaban seguros de que el Ejército no dispararía, por lo que nadie se inmutó frente a las amenazas del militar. Cuando empezaron los disparos el horror se apoderó de las personas en la plaza, mientras los nidos de ametralladora disparaban indiscriminadamente contra los manifestantes.
No es preciso el número de muertos que dejó la masacre. Después del seis de diciembre continuaron los días de terror a manos del ejército colombiano. Según el general Cortés Vargas solo hubo 9 muertos, el embajador norteamericano de la época admitió que la cifra podía llegar a 1000 personas asesinadas, el dirigente Sindical Alberto Castrillón aseguro que la cifra ascendía a 5000 muertos. Varios historiadores coinciden en que la causa para que no se tenga claridad en la cifra radica en el control a la información que hicieron los militares.
Se estimaron en 5000 los trabajadores que estaban en la plaza cuando fueron rodeados por los 300 hombres armados. Contaban los sobrevivientes que después de un toque de corneta el propio Cortes Vargas dio la orden de fuego por 3 veces, sin embargo, nunca se supo cuántos muertos hubo: las narraciones populares orales y escritas difieren: de 800 a 3 mil, y agregan que los botaron al mar. Las oficiales admitieron de 15 a 20.
Aquel fue el “bautizo de fuego” de la clase trabajadora colombiana. Vinieron los Consejos de Guerra, posteriores asesinatos selectivos de otros líderes y cárceles para los dirigentes nacionales y locales.
http://www.colombiainforma.info/wp-content/uploads/2017/12/P1190925.jpgJorge Eliecer Gaitán visitó la región y tras regresar a Bogotá, en el Congreso de la República denunció la forma como el ejército colombiano por orden del Gobierno asesinó a miles de mujeres, hombres y niños para proteger los intereses de la United Fruit Company. El General Cortés Vargas, quien fue exonerado por estos hechos explicó que decidió atacar a los manifestantes, para impedir que los buques de guerra de los Estados Unidos invadieran el territorio colombiano para proteger a la multinacional extranjera.
EXIGENCIAS DE LOS TRABAJADORES
-Seguro colectivo obligatorio
-Reparación por accidentes de trabajo
-Habitaciones higiénicas y descanso dominical
-Aumento del 50% de los jornales mensuales de los empleados que ganaban menos de 100 pesos mensuales de la época
-Supresión de los comisariatos
-Cesación de préstamos por medio de vales
-Pago semanal.
-Abolición del sistema de contratistas
-Mejor servicio del sistema hospitalario



NACIMIENTO DE LA INDUSTRIA COLOMBIANA




Es decir, en sentido técnico, el proceso mecanizado de transformación de materias primas que rebasa las meras necesidades domésticas y está destinado a un gran mercado-- tuvo varios nacimientos y varias muertes antes de su consolidación decisiva.
Así, concentradas en Bogotá, emergieron entre las décadas de 1830 y 1850 fabriquitas de loza, ácido sulfúrico y tejidos de algodón, que aprovecharon la fuerte pendiente de los cerros para mover tornos y telares mediante la energía hidráulicas de ruedas de paleta. Este primitivo esfuerzo murió casi en la cuna, al no poder superar las trabas naturales de su dependencia de la abundancia o escasez de aguas, unido a la competencia desigual con los productos extranjeros de superior calidad.
Un segundo parto, de mejores auspicios, fue el de la producción de hierro, cuyo origen se confunde con las gestas de independencia en la búsqueda de minerales de plomo y hierro para fabricar municiones y cañones con los cuales enfrentar la reconquista española. Empezó a surgir, entonces, el sector de las ferrerías, es decir, las pequeñas fábricas de hierro con altos hornos, martinetes, refinación y fundición de hierro primero en la población de Pacho en 1827, donde la instalación, de este capital fijo inicial exigió la asociación de embrionarios capitales que provinieron de las minas de sal, esmeraldas, oro y plata, y del comercio. Pronto el negocio se consolidó, atrajo capital extranjero, y fue objeto de varios golpes de mano para apoderarse de él, como el de la crisis financiera de Bogotá de 1842.
Promisorio, el pequeño sector de hierro se diversificó regionalmente con la ferrería de Samacá en 1856, la de La Pradera en 1860 y la de Amagá en 1865, donde "iron-masters" ingleses traídos a Pacho o ingenieros franceses aportaron su pericia. El mercado del hierro nacional pareció consolidarse, aunque la dependencia de la energía hidráulica determinó que los altos hornos permanecieran apagados a veces hasta seis meses. El vapor sólo llegó en la década de 1880 a Samacá y La Pradera, quizá un poco tarde, porque la vinculación estratégica entre este sector siderúrgico y su principal cliente, los ferrocarriles, nunca se dio. Los primeros rieles nacionales, objeto de inusitado entusiasmo patriótico, se fabricaron, ciertamente en La Pradera en 1884. Sin embargo, como los yacimientos de hierro nunca fueron objeto de una prospección geológica estricta para determinar su calidad y su cantidad, el hierro producido resultó a la postre rechazado por el gran consumidor, que exigía acero para rieles y equipos en vez del quebradizo hierro. Las ferrerías se fueron cerrando y sucedió que los altos hornos tuvieron una vida útil más larga que los yacimientos, cuando lo lógico hubiera sido lo contrario (ver Credencial Historia Nº 43, julio 1993, pp. 8 a 13).
Si el país no alcanzó la revolucionaria asociación entre carbón, hierro y ferrocarriles, acumuló en cambio experiencias. La figura del capitán de industria --o sea, aquel que era capaz de trabajar a base de capital fijo con el indispensable cálculo de capital mediante la contabilidad-- se consolidó, apoyada en el café, en minas de oro y plata y en la experiencia interna y externa de los ferrocarriles; éstos a su vez fueron creando la infraestructura necesaria para un gran mercado interior, de que carecieron las ferrerías; por último, las máquinas empezaron a ser movidas ya no por primitivas ruedas hidráulicas ni por incómodas máquinas de vapor, sino por versátiles motores y dinamos eléctricos. En condiciones de establecer un cálculo racional de sus costos surgió, así, experiencias industriales aisladas como Bavaria, primero en Santander y luego en Bogotá; fábricas de tejidos y astilleros navales en la Costa Atlántica y fabriquillas de productos de primera necesidad en Medellín, Cali y Bucaramanga
El quinquenio del presidente Rafael Reyes protegió decididamente este esfuerzo interno, pero fue la década de 1920 la decisiva. Como en Europa, el primer grito del capitalismo industrial fue la generalización del trabajo femenino e infantil, concentrándose un efectivo importante de obreras en Medellín, en empresas como Coltejer, Textiles de Bello y Frabicato, que empezaron a especializar y a disciplinar su mano de obra, con la ayuda de la Iglesia católica. Esta disciplina dentro y fuera del trabajo tampoco faltó en Bogotá, donde los obreros fueron obligados a mantener sus ahorros en cajas y sociedades mutuarias.
Asegurados una disciplina del trabajo, un Estado y un derecho racionales, y una organización empresarial del trabajo, otro hecho definitivo para el nacimiento de la industria colombiana fue el rompimiento de las trabas naturales que impedían el movimiento continuo de máquinas y equipos y una oferta permanente. No fue coincidencia que los mismos empresarios que fundaron las primeras fábricas se unieran para crear las primitivas empresas de energía eléctrica, tal como aconteció en Bogotá y Medellín, donde los fundadores de Cementos Samper o Coltejer crearon empresas para autoabastecerse de electricidad y vender sus sobrantes. Pero fue en el occidente colombiano, en Antioquia, donde se echaron las raíces del sector hidroeléctrico, con grandes centrales y amplios sistemas de conducción, del cual depende aún en gran medida todo el territorio nacional.
A esta última experiencia está asociada la condición final del surgimiento de la industria: su organización y funcionamiento ya no dependen de lazos estamentales, sino del concepto profesional. El ingeniero emerge en la industria colombiana con una autoridad indiscutida, basada más en la técnica que en la ciencia. La creación de una empresa industrial ya no es fruto de la especulación o de la aventura, sino de un estudio previo de yacimientos y materias primas, del mercado y de la técnica. Así se planearon las empresas del sector de cementos en el centro del país y en Antioquia, con fábricas como Cementos Samper, Diamante y Argos. Yacimientos calcáreos, carboníferos, ferrosos e incluso petroleros fueron objeto de misiones de geólogos alemanes y norteamericanos.
Mano de obra disciplinada, técnica, racional, mercado interior asegurado por la red ferroviaria y carretera, derecho laboral primitivo, Estado proteccionista y organización empresarial del trabajo: todos estos elementos se combinaron únicamente en la década de 1920. De este período data la fundación y la consolidación de esfuerzos nacionales que aún sobreviven: Fabricato, Coltejer, Bavaria, Cementos Diamante, ingenios Providencia y Riopaila, Cervecería la Libertad (después Cervecería Unión), y de proyectos del capital internacional, como la Tropical Oil Company. La mano de obra fabril, por último, empezó a conformarse cada vez menos con la promesa de la bienaventuranza eterna, creó sus primeros sindicatos e inició huelgas, como la de las obreras de la fábrica textil de Bello, en 1920. Las relaciones obrero-patronales fueron entrando, así, en el terreno del cálculo y de la previsión.

MODERNIZACIÓN EN COLOMBIA DURANTE EL SIGLO XX
Desde mediados del siglo XIX nació la ingeniería colombiana en las aulas del Colegio Militar, creado por iniciativa del general Tomás Cipriano de Mosquera para formar los oficiales del Estado Mayor y los ingenieros civiles, a la manera de los institutos franceses de la era napoleónica.
Surgió entonces el primer ferrocarril, a solo 18 años de su iniciación en Europa, con la construcción del cruce del istmo de Panamá por un concesionario extranjero. Pero bien pronto los egresados del Colegio Militar estimularon el interés de los mandatarios regionales por la promoción de líneas férreas, inicialmente orientadas a desembotellar el país mediante los enlaces con los puertos marítimos y el río Magdalena. Era el despertar de un territorio encerrado entre agrestes montañas, que doblegaba una naturaleza hostil. Así se explica que nuestros ferrocarriles fueran concebidos en trocha angosta, con fuertes pendientes y estrecha curvatura.
En ese titánico esfuerzo compitieron los antiguos estados federales y el gobierno nacional, con la efectiva cooperación de concesionarios privados, nacionales y extranjeros, que vincularon sus capitales a empresas de alto riesgo, por las frecuentes guerras civiles y las penurias fiscales. El nombre de Francisco Javier Cisneros, oriundo de Cuba, se ha inscrito en la historia de nuestra ingeniería como el pionero de esos proyectos.
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A la izquierda: Tarjeta postal de Francisco Mejía M., ca. 1930. Colección Luis Fernando Molina. Al centro: Limón a Cisneros en el Ferrocarril de Antioquia. A la derecha: Viaducto de Dosquebradas "César Gaviria Trujillo”, en Pereira, Premio Nacional de Ingeniería, 1998
En ese titánico esfuerzo compitieron los antiguos estados federales y el gobierno nacional, con la efectiva cooperación de concesionarios privados, nacionales y extranjeros, que vincularon sus capitales a empresas de alto riesgo, por las frecuentes guerras civiles y las penurias fiscales. El nombre de Francisco Javier Cisneros, oriundo de Cuba, se ha inscrito en la historia de nuestra ingeniería como el pionero de esos proyectos.
El despertar del siglo XX coincidió con la cruenta guerra de los Mil Días, que paralizó el progreso nacional. Pero entonces surgió la visión del general Rafael Reyes como jefe de Estado, que continuó el desarrollo ferroviario e inició la era de las carreteras, una vez difundido el invento del automóvil. La ingeniería colombiana recobró entonces sus impulsos iniciales y los proyectó a lo largo de tres décadas, en que las obras viales concentraron el esfuerzo realizador y el desarrollo tecnológico, con la iniciación de los pavimentos y la instalación de grandes puentes metálicos, que después evolucionaron hacia las estructuras de hormigón armado.
Paralelamente, desde la década de los años veinte se promovió la rectificación del río Magdalena y la apertura de las Bocas de Ceniza para realizar el puerto de Barranquilla, que complementara las facilidades de Cartagena, Santa Marta y Buenaventura, simultáneamente expedidas para habilitar el desarrollo del comercio internacional. Por esa misma época se inició el transporte aéreo, en que Colombia figuró como pionera de América.
Este proceso de la ingeniería de obras públicas inició su diversificación en la década de los años cuarenta con las primeras centrales hidroeléctricas, construidas en los saltos de Guadalupe y Tequendama, además de las obras sanitarias de las ciudades principales y las irrigaciones en los llanos del Tolima. Entonces penetró la técnica extranjera y se produjo la especialización profesional de los ingenieros colombianos.
http://www.revistacredencial.com/credencial/sites/default/files/puente_.jpg
A la izquierda: Presa del río Guatapé, en Antioquia. Al centro: Represa de la central hidroeléctrica de Betania en el Huila. A la derecha: Puente sobre el río Chinchiná
 También penetraron las técnicas modernas de construcción de vías, al promoverse el ferrocarril del Atlántico para la articulación de la red y modernizarse las especificaciones de las carreteras por la misión Currie, que a mediados de 1950 evaluó y programó el desarrollo de la infraestructura nacional. Ese informe impulsó la ayuda financiera del Banco Mundial, iniciada en 1951, y la del Banco Interamericano de Desarrollo, que comenzó diez años después. La cooperación de estos organismos se ha mantenido creciente durante el resto del siglo y ya registra un monto global de unos US$ 8.000 millones,
Entre tanto, el marco institucional ha tenido considerables transformaciones, desde la creación del Ministerio de Obras Públicas en 1905, que inicialmente concentrara todas las actividades de la ingeniería. Pero en la medida en que se diversificaba se fueron creando nuevos organismos para desarrollar los servicios que habían cobrado importancia. Así fueron creciendo el aparato estatal y las obligaciones presupuestales, no sólo para realizar las obras, sino también para subsidiar a las entidades deficitarias. Como resultado de este proceso se ha revivido el sistema de las concesiones y la activa participación del sector privado en la propiedad de las empresas públicas. Pero la ingeniería colombiana mantiene su presencia activa en el desarrollo nacional.
Al hacer este breve recuento no puede olvidarse la contribución exitosa del medio universitario, iniciada en las postrimerías del siglo pasado con la creación de las Facultades de Ingeniería de Bogotá, Medellín y Popayán, que han sido diversificadas y complementadas con más de un centenar de institutos especializados. Tampoco puede olvidarse a la Sociedad Colombiana de Ingenieros, que desde principios del siglo actúa como órgano consultivo del gobierno y como veedor de la reglamentación profesional.
Los hechos y circunstancias aquí relatados serían incompletos si no incluyeran alguna referencia a sus principales ejecutores, como verdaderos artífices del desarrollo nacional. Son muchos los nombres que surgen a través de las páginas de la historia, pero bien pueden sintetizarse en los principales cultores de las varias disciplinas: Francisco José de Caldas como investigador y astrónomo, Lino de Pombo como pionero de los estadistas, Juan N. González Vásquez como realizador de ferrocarriles, Germán Uribe Hoyos como promotor de las carreteras, Carlos Boshell Manrique como iniciador del desarrollo eléctrico moderno, Julio Carrizosa Valenzuela como educador emérito y Carlos Sanz de Santamaría como estadista de proyección internacional. Los tres primeros nombres surgen del pasado y los cuatro últimos se ubican en el presente siglo como sus dignos sucesores.